Soy de esos inadaptados que se expresan escribiendo, de esos que pueden
transformar un pensamiento en verso, dibujar con letras una espalda, y
desangrar en puntos suspensivos un recuerdo.. Hay quienes dicen que tengo un
talento, y otros prefieren llamarlo don, pero a mí lo único que me importa es
que me haga sentir bien.. Ahora con la responsabilidad de una rutina
profesional, siento que estoy perdiendo la facilidad de escribir, ya sea por la
falta de tiempo, de interés, o por el mismo hecho que mueve a el resto del
mundo, y que se reduce a conseguir el dinero suficiente, para comprar una
felicidad que de por sí ya es un suicidio (y eso me da miedo). Echo de menos la
manera en que me ponía delante del teclado y pintaba nubes y ensueños.. Ahora
borro demasiado, y lo que escribo me sabe a todo menos a poesía.. Hubieron ocasiones
en las que llegue a enamorarme de lo que escribía, pero a veces se me da por
pensar que no soy yo el que teclea estas letras, que soy ajeno a cada línea, y que soy indigno de leer las cosas
que escribí.. Soy dueño de un cuerpo simple, camino como pingüino, y se me hace
raro tener una mente tan compleja.. Pero algo es claro, y es que no quiero
dejar de escribir, y aun si una tormenta de pensamientos se avecina, quiero
suspirar y dedicarle mi último aliento a la vida, esa que me enseñó que morir
vale la pena si he cumplido mis sueños, la razón por la que sigo vivo.
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